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13 septiembre 2011 a las 17h20 por fanlorengirl -
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Las ideas libertarias de los enciclopedistas franceses fueron una de las causas de la revolución en las colonias. Juan Jacobo Rouseau fue uno de los exponentes mas importantes

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LAS CAUSAS INMEDIATAS

“Todo era andar tras de la muerte”

  • El Tambor Vargas

Las rebeliones indígenas de los Katari y Amaru (1780-83), sin ser las únicas por supuesto a lo largo de los tres siglos de coloniaje, constituyeron el sacudón mas fuerte que sufrió el Imperio español y aunque en ellas intervinieron también connotados mestizos, su carácter étnico produjo rechazo en los criollos pero también les hizo ver que la fortaleza del Rey era vulnerable.

Hay autores españoles que califican a la Independencia Hispanoamericana como una guerra civil. Pues en efecto en un bando y el otro figuraron españoles o hijos de españoles, en tanto que los ejércitos realistas contaron casi hasta el final con oficiales criollos como Andrés de Santa Cruz, Agustín Gamarra y José de la Mar. Por su inusitada crueldad, sin duda que fue una guerra entre hermano. A diferencia del Brasil, la mitad portuguesa del continente, a donde se traslado la Casa gobernante como emergencia de la invasión napoleónica, el paso a la independencia no exigió un solo disparo. En la parte hispana la ferocidad llegó a límites extremos y la larga guerra tuvo un altísimo costo en vidas humanas, destrucción y quema de ciudades, exilios, abandono de las minas y de los campos labrados.

En esencia la guerra represento el triunfo político de los criollos sobre los antiguos dominadores, pues pese a los principios republicanos y liberales se mantuvieron las instituciones y las reglas coloniales y la masa indígena continúo sometida. A principios del siglo XIX el número de criollos era ya abrumador pues de una población de 16 millones solamente 3 millones eran blancos, y de estos apenas de 30 a 40 mil nacidos en España.

Humbolt anoto la verdadera obsesión que desvelaba a los diversos estamentos sociales por ser o aparecer como blancos puros. Siempre habían sido frecuentes los pleitos judiciales por la pureza de sangre y en el caso de quienes tenían sangre negra la clasificación llegaba hasta ocho grados, el zambo prieto considerado negro en ocho octavos y blanco en uno. El resentimiento de esa vasta mayoría de todos los colores era inmenso contra los blancos nacidos en España y que además ocupaban todos los puestos públicos, menos la milicia en la que por razones económicas y logísticas la Corona permitió cada vez mas la presencia de criollos, creando así inconscientemente los caballos de Troya que atropellarían el Imperio.

Los delegados de las colonias expresaron en las Cortes de Cádiz, en 1812, los justos reclamos que hubiesen podido salvar al Imperio en América, vale decir la igualdad política entre americanos y españoles, la libertad de las colonias para desarrollar sus industrias y comerciar con otras potencias y como consecuencia la supresión de los monopolios y privilegios de la Corona; representación en las Cortes en cuanto a la fiscalización de las cuentas de Indias, la separación de las funciones; administrativas y judiciales, ambas hasta entonces ejercidas simultáneamente por virreyes y gobernadores. Jorge Abelardo Ramos anota que de los 170 virreyes que gobernaban las indias en tres siglos solo cuatro habían nacido en América y de 602 capitanes generales, presidentes y gobernadores, tan sólo 14 eran criollos. Igual fenómeno se daba en el Alto Clero: 700 obispos solo 100 fueron criollos. Humboldt percibió el hecho tan pronto piso tierra americana: “El mas miserable europeo, sin educación y sin cultivo de su entendimiento, se cree superior a los blancos nacidos en el nuevo continente”.

La restauración de Fernando VII al trono por Napoleón en 1814, hizo añicos cualquier posibilidad de entendimiento. Renegando de todas sus promesas acabo con los últimos vestigios de liberalismo en la península y envió tropas frescas a América para ahogar en sangre la rebelión.
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