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Sebastian de segurola, Comandante de La Paz mando a fortificar para defenderla del cerco.
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Plaza e iglesia de Peñas donde fue sentenciado a muerte el caudillo indigena y donde se cumplió su descuartizamiento
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MIENTRAS TANTO EN CHAYANTA
En el foco de Chayanta, Tomás Catari agotaba gestiones de paz a cambio de la supresión del reparto mercantil. La respuesta fue su último apresamiento.
Esto motivo el primer ataque organizado que, asegun el claculod e Nicolas C Atari?, fue protagonizado por 4000 alzados que pedían la libertad de su caudillo. Pero este fue entregado engañosamente al nuevo corregidor Acuña, quien, camino a la sede de la Audiencia, lo mando arrojar a un precipicio en la cuesta de Chacaquila, provincia de Yamparaez. La muerte fue presenciada por varios indios, que inmediatamente vengaron a su curaca, dando la misma muerte al corregidor.
Esto sucedió el 15 de enero de 1781. A partir de ese momento, la sublevación de Chayanta se torno mucho mas violenta. Los hermanos de Tomás, Dámaso y Nicolás, tomaron el mando y su primera acción militar fue la toma del asiento minero de Aullagas.
Al mismo tiempo, a mediados de enero, brotaba el tercer foco rebelde en el altiplano central de Charcas. Las dos provincias aledañas a la ciudad de Oruro; Paria y Carangas, se sumaron a la sublevación general, influidos por los sucesos de Chayanta y reconociendo a Túpac Amaru como el máximo líder.
En Paria, su corregidor Manuel de la Bodega repartió mercaderías desde 1777 en mayor cantidad y a mayor precio del que le permitía el arancel. Bodega, presionado por sus deudas y dispuesto a imponer su autoridad, decidió hacer respetar los nombramientos que había hecho y cobrar los repartos por la fuerza. Recluto entre 60 y 80 hombres bien armados. La tropa llego a Challapata el 12 de enero. Su primera tarea fue prender a Santos Mamani, alcalde anterior de Challapata, acusado de ser principal instigador y de actuación relevante posteriormente; luego Canaviri. En seguida revisaron casa por casa y prepararon una nueva entrega de mercaderías. Pero el lunes 15, multitud de indios bajaron de los cerros y rodearon el pueblo.
A poco se dio el combate, que duro tres horas. Vencieron los sublevados. El corregidor fue mandado a degollar por mano de su mismo esclavo. Por la actitud conciliadora del curaca Chungara, el resto de la tropa fue perdonada.
Lo sucedido en Challapata fue el primer hecho de la sublevación en la zona. Otros pueblos, como Condo Condo y Sora Sora, se sumaron a la sublevación.
A pocos días de los sucesos de Paria, el corregidor de Carangas, Mateo Ibáñez de Arco, corría la misma suerte que su colega de Paria.
En pocos días casi todo el altiplano central estaba en poder de los rebeldes. Todos estos hechos alarmaron a las autoridades y vecinos de Oruro, que tenían la plena seguridad de que el próximo paso de los rebeldes era atacar Oruro. Se organizaron las milicias de defensa; pero, a diferencia de otras ciudades, el odio entre europeos y criollos pudo más que el temor al indio.
La poderosa aristocracia minera criolla encabezada por los hermanos Rodríguez, los Herrera, Diego Flores y otros, que controlaban gran parte de la economía de la zona, traslució su poder económico en poder político concreto: el dominio del gobierno local de la villa de Oruro.
Al anochecer del 10 de febrero se reinicio el alboroto. La “plebe”, conformada por los trabajadores de las minas, los artesanos, los indios del Barrio de la Ranchería y los pequeños comerciantes, fue la principal protagonista.
A esa plebe enardecida se sumaron los milicianos; entre los que sobresalió Sebastián Pagador.
Los europeos se refugiaron en una casa de la Plaza del Regocijo. El combate duro toda la noche hasta el amanecer. Termino con la victoria del pueblo orureño. A instancias del cura Vicario de la Villa, Jacinto Rodríguez fue aclamado por el pueblo como el nuevo Justicia Mayor.
Uno de los argumentos que más utilizaron los europeos para probar su acusación en sentido de que criollos e indígenas estaban aliados contra los europeos.
Cuando las tropas desordenadas de los rebeldes indígenas ingresaron a la Villa a partir del 11 de febrero, lo hacían con miras diversas: ayudar a los criollos en su tarea de eliminación de los europeos, saquear sus bienes, consolidar el gobierno de los Rodríguez en la perspectiva que era el paso para establecer el gobierno de Túpac Amaru.
Durante los días que duro la alianza, todos, mujeres y hombres, se vistieron de indios; pero la alianza duro pocos días. La incertidumbre de la población criolla y mestiza, que comenzaba a ser victima de entregas de dinero y de bastimentos para la manutención de las tropas indios, y la exigencia de estas para que se les devuelva lo que habían tributado el semestre pasado produjeron el primer enfrentamiento importante, cuando los indios intentaron tomar las Cajas Reales y las tropas urbanas los rechazaron.
Victima de ese primer choque fue Sebastián Pagador, quien en defensa de las Cajas Reales, mato a uno de los indios atacantes. Tomado prisionero por los indios fue llevado ante Rodríguez, quien, camino a la cárcel fue ultimado por sus captores.
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