Posteriormente se inicio un proceso sumario y después de penosas torturas, el máximo jefe de la rebelión fue descuartizado el 18 de mayo de 1781.
Esto, en lugar de escarmentar, enardeció los ánimos y el 13 de marzo se inicio el cerco a la ciudad de La Paz. El primer cerco duro 109 días hasta el 30 de junio. Peninsulares, criollos y mestizos se pertrecharon detrás de las murallas. En cambio, los tres barrios de indios; San Pedro, Santa Bárbara y San Sebastián , que estaban en los extramuros, cayeron bajo poder rebelde.
Los rebeldes se posesionaron de todos los cerros circundantes, pero sus principales centros de dirección los tenían en El Alto y en Pampahasi. Se calcula que 12000 indios mantuvieron el cerco y que los sitiados sumaban aproximadamente 20.000habitantes.
Durante los 109 días de cerco se produjeron muchas acciones militares. Por otro lado, los sitiados intentaron romper el cerco en una veintena de oportunidades, tampoco los sitiadores lograron tomar la ciudad, pese a sus múltiples intentos. La diferencia de armamento, lo inexpugnable de las murallas y la acción infiltrada del criollo Mariano Murillo, que desviaba los tiros de los pedreros, ocasionaron este revés. Murillo, cuando fue descubierto por los indios, fue mutilado y enviado así a la ciudad donde murió a poco tiempo.
Los rebeldes no pudieron tomar la ciudad y los sitiados no pudieron ni siquiera recuperar los barrios cercanos de San Pedro y Santa Bárbara. Estaban los unos muy cerca de los otros y por ello el enfrentamiento verbal fue tan duro como el armado.
Túpac Catari y la “virreina” Bartolina Sisa bajaron y se hicieron ver por los sitiados en varia oportunidades. El 31 de marzo, por ejemplo, bajo Túpac Catari con “mucha pompa, en medio de clarines, repiques, genuflexiones y aplausos”. Unas veces se lo vio vestido a la usanza de los incas con un sol en el pecho, otras a la usanza española. En una de las ausencias de Catari a las provincias, apareció Bartolina ocasionando un sangriento combate. Pese a los esfuerzos, los sitiados no lograron prenderla y perdieron 50 españoles.
Durante el sitio, Túpac Catari no descuido el apoyo a las provincias aledañas. Su área de influencia llego hasta Caracollo (a 40 km. De Oruro) y hasta Puno. A pocos días de iniciar el cerco de La Paz, tomo Juli y Chucuito e inicio el cerco a Puno.
Varias veces se intentaron entablar conversaciones; pero el comandante Segurota se negó a aceptar las condiciones de paz de los rebeldes: entrega de los 4 corregidores provinciales refugiados en la ciudad, de los hacendados y aduaneros; de las armas de fuego, derrumbe de trincheras y sobre todo que se reconozca a Túpac Amaru como Rey.
Mientras tanto, en el foco del norte, Diego Cristóbal consolidaba el pleno dominio rebelde en el altiplano. Tenia su cuartel general en Azangaro y, el 23 de mayo, el ejercito realista, que llego a Puno, logró evacuar a todos los habitantes de la ciudad, pero no vencer a los sitiadores, quienes a poco se hicieron dueños de la principal ciudad del sur del Perú y asi dueños del lago sagrado.
A principios de mayo, la rebelión también prendió en los valles de Larecaja, frontera del altiplano con la selva. Andrés Túpac Amaru, joven sobrino del Inca, y su amante, Gregoria Apaza, hermana de Julián Apaza, iniciaron el cerco a Sorata.
Las tropas realistas se dividieron en dos. La del Virreinato de Lima no logro pasar de Puno y tuvo que volver a fines de mayo muy disminuida al Cusco. La del Virreinato de Buenos Aires, reclutada principalmente por el Comandante de la ciudad de La Plata, Ignacio Flores, logro finalmente romper el cerco a La Paz el 30 de junio.
La entrada de Flores a la ciudad no significo una derrota de los rebeldes, quienes no presentaron batalla y se replegaron tácticamente. Las tropas de Flores permanecieron en la ciudad hasta el 5 de agosto. Durante esos días los paceños se rendían, pero el grueso se mantuvo en la insurrección.
Incluso los rebeldes lograron tomar prisionero al presbítero Rojas, a quien ofrecieron en canje pro Bartolina. A poco la indisciplina cundió en la tropa de auxilio; muchos soldados reclutados en Cochabamba desertaron y así Flores se vio obligado a dejar la ciudad bajo promesa de pronto retorno.
Agosto fue nuevamente un mes de victorias rebeldes; se instalaba el Segundo cerco a la ciudad de La Paz y Sorata caía bajo su poder. La estrategia de una inundación término finalmente contres meses de resistencia; todos los peninsulares fueron muertos y criollos y mestizos fueron perdonados.
Andrés Túpac Amaru y Miguel Bastidas, convencidos en la línea mas americanista del Inca, influyeron para que se buscara la alianza con los criollos; estos recibieron varias cartas de los rebeldes, llamándolos a plegarse al movimiento que “les competía tanto a ellos como a los indios”.
Los criollos no se plegaron y la lucha continua siendo sobre todos una lucha del campo contra la ciudad Los Amarus se ubicaron en la parte oeste (El Alto) Y los cataris en el este (Pampahasi).
Los dos meses y días que duro el segundo cerco fueron llenos de enfrentamientos militares; el intento mas serio que protagonizaron los rebeldes para tomar la ciudad se dio el 12 de octubre, cuando procuraron inundarla a la manera de Sorata. El intento fracaso, pero causo innumerables daños y pánico en los sitiados.
La falta de víveres era el peor enemigo de los sitiados. Las mujeres se arriesgaban a salir fuera de las murallas a comprarlos en los mercaditos indígenas que se instalaron en los extramuros; por eso, la mayoría de las cautivas era mujeres.
Finalmente llego el Coronel José Reseguín a mediados de octubre, al mando de 7000 hombres y con suficientes alimentos para aliviar a los sitiados. El segundo ejercito venia decidido a terminar con los cataris. De inmediato se iniciaron las persecuciones bajo la consigna de “exterminio de los más comunes y el otorgamiento de perdón a los demás”. Esto ultimo, como había sucedido en los otros focos rebeldes, repercutió inmediatamente en el ánimo de l ejercito rebelde, sobre todo después de sucesivas derrotas militares.
El 27 de octubre la represión mata a más de 400 indios persistentes en la localidad de Achocalla. Lo que quedaba del ejército rebelde se replegó a la localidad de Peñas. A más de Túpac Catari, se encontraba Miguel Bastidas, cuñado del Inca. Reseguín tuvo conversaciones con este sobre el indulto y el perdón; pero, finalmente, la traición precipito el final. Los indios de Chinchaya capturaron a Túpac Catari y lo entregaron a Reseguín.
Después de ser torturado, Túpac Catari murió descuartizado en la plaza de Peñas el 13 de noviembre. También cayeron prisioneros Miguel Bastidas, que se acogió al indulto y Gregoria Apaza. La tradición oral de los aymaras repite que lo ultimo que el virrey rebelde afirmo fue: “Volveré y seré millones”.
Algunos focos rebeldes se mantuvieron en algunas provincias pero las más fueron recuperadas por los realistas. Diego Cristóbal, el último gran jefe, ser rindió en Sircuari, aceptando el indulto el 26 de enero de 1782.
Algunos caudillos menores continuaron hostigando y conspirando. El caso mas interesante es el de Pascual Caqui, indio de Apolobamba, que a nombre de Diego Cristóbal, agito a los pueblos de Apolo, Tumupasa, Ixiamas, Reyes y amenazo con sumar a la sublevación a los indios de las Misiones de Moxos, Baures y Chiquitos. La agitación en la región selvática del norte duro desde enero a mayo de 1782, pero no paso de ser una amenaza.
Los procesos a los lideres rebeldes continuaron; Bartolina Sisa y Gregoria Apaza fueron ahorcadas el 5 de septiembre de 1782. Diego Cristóbal y sus principales colaboradores fueron descuartizados en la plaza del Cusco el 19 de julio de 1783. Los niños sobrevivientes de la familia real inca fueron desterrados a España, a fines de ese año. El hijo de Túpac Catari, casi ya adolescente, murió en extraño accidente.
El indulto general no comprendió a los criollos de Oruro. Una treintena de los mas representativos fueron tomados prisioneros la noche del 28 de enero de 1784, una vez exterminada la sublevación general. Fueron conducidos a Buenos Aires y allí se inicio un proceso que duro veinte años. La prisión rigurosa motivo que la mayoría de ellos murieran en prisión, entre ellos los dos hermanos Rodríguez. Unos pocos fueron absueltos y los tres sobrevivientes, el sargento Quiroz, el abogado Mexía y el vicario Menéndez, fueron enviados a España a fines del siglo. Allí, al iniciarse el nuevo siglo fueron declarados inocentes. De todos los protagonistas de la sublevación, solo se sabe que el cura Menéndez pudo vivir la guerra de la Independencia.
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