Attach:imgaymara.jpg Δ Mujeres y niño aymara. Foto de la colección Javier Nuñez
Attach:imoleogill.jpg Δ El hombre y su tierra. Oleo de Gill Imaná
Attach:chullpares.jpg Δ Chullpares de la Región de condor Amaya. Foto de Jorge Ruiz, Colección CIMA
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Roberto Choque Canqui
Maestría en Historia. Flacso-Ecuador. Docente de la UMSA. Autor de la La Masacre de Jesús de Machaca.
La prehistoria andina es estudiada generalmente por los arqueólogos. De modo que la ciencia arqueológica estudia especialmente las culturas que no han dejado algún tipo de escritura o memotecnia (quipu), sino restos de materiales utilizados por el hombre. Los restos materiales generalmente se refieren a las piezas lítica, cerámicas, metalúrgicas, construcciones (de centros ceremoniales, viviendas, acueductos, caminos, etc), pinturas rupestres, tejidos, etc. Estos retos son estudiados con métodos científicos de datación como el carbono catorce.
Las culturas andina (Chavin, Paracas, Mochicas, Nazca, Tiwanaku y Chimú) han desarrollado un variedad de manifestaciones materiales y espirituales. Algunas de ellas se conservan hasta nuestros días y las otras están por ser rescatadas a través de la investigación. Según Huidobro, “…entre las principales manifestaciones culturales logradas por el hombre andino prehispánico”, están: superestructura, astronomía, hidráulica, arquitectura, vialidad, alfarería, medicina, lítica y estatuara, textilería, metalurgia, etc. (1986:18).
En esas manifestaciones podemos evidenciar perfectamente los grandes logros tecnológicos alcanzados por el hombre andino. Especialmente las construcciones con materiales líticos nos muestran claramente el desarrollo tecnológico en el tratamiento de la piedra. La técnica del esculpido de las piedras con motivos astronómicos y religiosos evidencia, además, las concepciones ideológicas a través de los trabajos escultóricos, como ser el esculpido de divinidades con figuras antropomórficas (en el caso de Tiwanaku). Además, el material lítico desde el primer momento de su utilización ha servido al hombre andino para fabricar sus herramientas de labranza, armas y otros usos domésticos.
Igualmente es ponderable la técnica del procesamiento de arcilla para la confección de diferentes tipos de piezas cerámicas y la pintura realizada en ellas, que por su estilo y policromía sirve para identificar las piezas con la cultura a la que pertenecen. La tecnología del uso desagua y de la construcción de andenes ha permitido al hombre andino desarrollar una agricultura avanzada como para producir suficiente cantidad de alimentos. La metalurgia también ha alcanzado un desarrollo tecnológico mediante la fundición de los metales como ser: el oro, la plata y el cobre. El otro gran aporte del hombre andino es la textilería, que ha causado mayor admiración entre los extraños y los estudiosos.
En el territorio que fue poblado por los aymaras, existieron algunas culturas anteriores a Tiwanaku y a los aymaras. Entre las primeras (la más antigua) tenemos a la cultura llamada Viscachani (ubicada en el departamento de La Paz): es un asentamiento pre-cerámico con una antigüedad de unos 10.000 años a.C. Luego, surgen las culturas Wankarani y Chiripa han desarrollado una serie de valores culturales pre-tiwanacotas. La cultura Wankarani (1210a.C.-270d.C.) estuvo asentada al noroeste y norte del algo Poopó, desarrollo el tallado de piedras (cabezas de camélidos), la alfarería (jarras), la metalurgia, etc. La cultura Chiripa (1380a.C.-22d.C), ubicada a orillas del Titikaka, al norte de la punta de Taraco del departamento de La Paz, se caracteriza por la construcción de casas de planta rectangular, los trabajos de cerámica (sopladores adheridos de cabezas modeladas ) y la fundición del cobre.
Tiwanaku fue una de las culturas más significativas del altiplano en el sur andino y su influencia fue notable en la cultura Wari que se desarrollo en la sierra central andina (hoy departamento de Ayacucho del Perú).
La cultura Tiwanaku (1580a.C.-1172d.C.), según Carlos Ponce Sanginés, tuvo tres estadios de desarrollo: el aldeano, el urbano y el imperial. Durante el estadio aldeano, Tiwanaku se caracterizo por una economía basada en agricultura, donde destaco el cultivo de la papa, la quinua, y la oca. También sobresale por su cerámica con la predominación de los bordes en bisel, presencia de gredas, etc. Y los colores predominantes son el crema, rojo y blanco sobre fondo semiamarillento con ligero engobe (Huidobro 1986:32).
Durante el estadio urbano, desarrollo la arquitectura con la construcción de edificios de centros ceremoniales y de viviendas. En este periodo aparece la diferenciación de categorías sociales con el predominio del poder de la elite sacerdotal. Los sacerdotes, además de poseer el poder político-religioso, se dedicaron indudablemente al estudio de la astronomía. La cerámica se distinguió por la fabricación de sahumerios y keros cuya característica fueron los bordes festoneados y las cabezas de felino modeladas.
Y por ultimo, en el estadio imperial de la cultura Tiwanaku fue la fase expansiva territorial por el mundo andino. A la poste, Tiwanaku abarco un inmenso territorio qu se extendio hacia la sierra y la costa central del actual Perú, a la costa norte de Chiles, al norte argentino, y por otro costado, al valle mesotermo.
Los aymaras aparecen después de la decadencia de Tiwanaku imperial y no se sabe exactamente sobre su origen anterior a ella. Según algunos cronistas españoles y documentos del siglo XVI los aymaras vinieron del sur (Coquimbo y Copiapó) a poblar el actual espacio aymará, comprendido desde Quillazas hasta Lupaza-Chucuito y Hatún Colla. Lo que quiere decir que los aymaras se desplazaron desde el sur hacia el norte destruyendo pueblos existentes, avanzando después hasta Cusco y Wari.
Este desplazamiento aymara habría ocasionado la destrucción de Tiwanaku y Wari. Desde la perspectiva lingüística, se afirmación confirmaría que los tiwanacotas eran hablantes del idioma puquina y no del aymara. Evidentemente, hasta finales del siglo XVI, en la zona comprendida por el lago Titikaka y el norte de La Paz, aun se habla puquina (Gisbert-Arze-Cajias 1987:136).
De esa época existen algunas construcciones atribuidas a los aymaras, conocidas como casas-chullpas. Algunas de ellas son mausoleos (tumbas), y otras se presentan como fortalezas. Hacia el siglo XIII, los aymaras aparecen ya organizados en diferentes estados regionales o señoríos, los mismos que algunos investigadores rotula como “reinos”. Evidentemente, los aymaras habían llegado a una evolución política aymara, se pueden establecer cuatro categorías de autoridades políticas, que son:
- QHAPAQ (jefe político de un estado),
- APU MALLKU (jefe político de una provincia o estado regional),
- MALLKU (jefe político de una marka),
- JILAQATA (jefe político de un ayllu-jatha).
Los referidos jefes políticos aymaras, a excepción del Qhapaq, poco antes de la conquista incaica, estuvieron en plena acción. Los principales estado regionales existentes antes de la expansión incaica a la zona aymara fueron los siguiente: Lupaza, Pakasa, Karnka, Confederación Charka y otros menores dependientes de los grandes. Desde luego, la organización social aymara estaba asentada en base al ayllu y la marka.
Los jefes políticos aymaras, especialmente los de la categoría Apu Mallku, tuvieron que peleas por el control del espacio que trataban de dominar. Otros trataban de controlar varios señoríos locales, como los mallkus de Chuchito y el apu Guarachi de Pakasa. En este caso, según Joseph Fernandez Guarachi, el apu Guarachi era el señor absoluto de “las provincias independientes”. Comprendidas desde el río Desaguadero hasta los contornos de Potosi y Chuquisaca. Sin duda, esto quiere decir que hasta antes de los grandes inkas, los aymaras estuvieron en plena lucha política, aunque esto no hay que considerar exageradamente como una guerra de vida o muerte. Las afirmaciones de los cronistas al respecto deben ubicarse en la realidad histórica de ese momento.
En cuanto a la organización socio-política, podemos afirmar que el ayllu y la marka son sistemas de organización básica y de estructuración de la sociedad aymara. Además, la concepción del espacio socio-económico estaba orientada hacia el aprovechamiento de diferentes espacios y pisos ecológicos. El espacio aymara estaba constituido por dos parcialidades duales de complementariedad: Urqusuyu y Umasuyu. La parcialidad Urqusuyu es el espacio simbolizado por el varón, corresponde a la parte serrana, donde las condiciones climáticas no permiten el desarrollo agrícola, sino el ganadero (camélidos) y donde están localizadas las divinidades tutelares, a saber: los achachilas o apus. La parte Umasuyu, simbolizada por la mujer, es el espacio donde se puede desarrollar la agricultura y donde esta la divinidad Pachamama como la máxima expresión ideológica de la reproductividad vital par el hombre andino. El espacio aymara, concebido así, no solamente es el espacio geográfico-ecológico, sino también el espacio en el que las divinidades apu o achachila y pachamama se complementan como si fueran seres humanos: marido y mujer (chacha-warmi), para seguir reproduciéndose se en interacción con el espacio físico. Seguramente por eso los altos jefes eolíticos aymaras llevaban el termino APU, divino, como complemento al de MALLKU, político.
Manku Qhapaq, el primer inka, según Gracilazo de la Vega, era oriundo de Tiwanaku. Con otros tres hombres fue a Pakaritamwu (lugar de origen), donde aparecieron como señores enviados del Sol. Para Wamán Poma, un señor “que había de salir de Pacaritambo un Cápac A Po? Inga rey llamado Mago Cápac Inga hijo del sol y de su mujer la luna y hermano del lucaero, su Dios habia de ser Uanacuri, que este rey habia de mandar sobre la tierra y habia de ser Capac Apo Inga como ellos, que asi lo declaraban y mandaban las dichas guacavilcas que son los demonios del Cuzco” (1980; 106). De modo que los términos APU e INKA, que menciona Wamán, son importantes para establecer el significado de cada uno de ellos, porque han sido empleados con criterios político-religiosos. Es decir, la categorización de las autoridades político –divinas corresponde a los cambio políticos e ideológico-religiosos en el mundo andino. Así QHAPAQ es el titulo máximo de una autoridad superior en un estado aymara, APU (achachila) es la categoría divina que corresponde a la significación de las divinidades tutelares personificadas por los cerros o cordilleras, e INKA es el ternito que connota la categoría superior de una autoridad en un estado como es el Tawantinsuyu, cuya correspondencia ideológico-religiosa esta relacionada con la divinidad del Sol (Inti).
El primer inka, Manku Qhapaq, en este caso representaría el avance aymara para establecer un poder político-religioso en el Cusco. Resulta, además, según los estudios lingüísticos, que el Cusco quedaba dentro del habla aymara, pero no creemos que Manku Qhapaq haya sido un jefe puquina. Cuando los aymaras ya ahabian consoliddo su vida por la organización en señoríos o estado regionales, como ser los Lupaqa, Pakaxe, Qulla, Karanka y la confederación de los Charkas, la expansión inka estaba en su fase local, su dominio llegaba solamente hasta la zona alrededor del Cusco. Sin embargo, según Gracilazo de la Vega, a partir del cuarto inka, Mayta Qhapaq, empezó la conquista de los aymaras. Pero esta conquista inicial no duro mucho tiempo, ya que después de todas las conquistas realizadas por la fuerza, una vez que los inkas habían retornado al Cuzco, los pueblos sometidos volvían a su situación independiente.
Los inkas que sometieron por la fuerza a los aymaras, no pudieron gobernarlos y solo mas tarde, con el traslado de una panaca incaica a Copacabana, lograron consolidar su conquista, especialmente con los inkas Tupak Yupanki y Wayna Qhapaq. Chalku Yupanki fue nombrado por Wayna Qhapaq como gobernador del Qullasuyu poco antes de la llegada de los españoles. De todos modos, la conquista inka comenzó con el inka Pachacuti (inka Yupanki).
Durante el gobierno de Pachakuti, en el sur del Cusco estaba la provincia llamada Qullasuyu o Qullaw, “tierra poblada”, en la que gobernaba un cinche llamado Chucho Qhapaq o Qulla Qhapaq. Este crecio en autoridad y riqueza con las “naciones” del Qullasuyu. Los qullas le respetaban, “por lo cual se hacia llamar” inka Qhapaq. Como consecuencia de esto. Pachakuti determinó conquistar diplomáticamente al referido Qhapaq y a todas las provincias del Qulla. Poco después, y luego de tomar preso a Chuchi Qhapaq y a sus caudillos, Pachakuti fue a Jatun Qulla, donde estaba la “silla morada” del mencionado Qhapaq y allí los demás “le vinieron a obedecer” trayendo muchos presentes consistentes en oro, plata, ropas y otras cosas de valor (Ibarra 1978: 242-243). Después, su hijo Tupak Yupanqui sometió definitivamente a los aymaras, tanto qullas como no qullas. Los charkas, karakaras, cuis y chichas, una vez sometidos por el inka, fueron reclutados con soldados del inka Yupanki, Túpak Inka Yupanki, Wayna Qhapaq y Waskar, para la conquista de los “chachapoyas, cayambis, cañares, quitos y quillaycincas, que son los de Guayaquil y Popayan” (Espinoza 1969:24).
Wayna Qhapaq, seguramente con el criterio de establecer una estrategia militar en Cochabamba, repartió tierras a varios grupos étnicos aymaras, como ser: soras, killakas, karankas qullas, empujando a los originarios de Sipe Sipe, cotas y chuis, hacia Pocona y Mizque para cuidar la frontera contra los chiriguanos (Wachtel 1981:23). Wayna Qhapaq, además de estar en Cochabamba, estuvo en Copacabana y en los valles de Larecaja. En Copacabana los inkas habían concentrado alrededor de 42 grupo étnicos o naciones en calidad de mitimaes (Ramos Gavilán 1976). De todas maneras, la mayor parte de las comunidades aymaras del altiplano tenían acceso a diferentes pisos ecológicos, especialmente a tierras para la siembra del maíz. Así, los lupazas y pakaxes tenían tierras en los valles de Larecaja y Sicasica, y también en la costa.
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