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Ulrico Schmidl acompaño a los españoles desde Buenos Aires hasta el rio Guapay (Bolivia). Era un arcabucero aleman

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Schmidl dejo una relacion de su aventura de 20 años. El aparece al centro del grabado

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Dibujo tardio del cabildo y de la catedral de La Paz

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• La Conquista, Una Empresa Privada
• La Hueste Indiana

                                ALBERTO CRESPO R.

Licenciado en Historia en la universidad de San Marcos de Lima. Docente universitario. Premio nacional de Cultura 1989.

• CUARENTA AÑOS DESPUES

Cuarenta años cabales después de la llegad de Cristóbal Colon al Nuevo Mundo (1492), Francisco Pizarro y su hueste de 160 españoles capturaban en Cajamarca (1532) al Inca Atahualpa y sometían sin combate a su ejercito, en realidad un poblada de mas de veinte mil personal, tiempo mas tarde, después de haber obtenido del Inca prisionero un rescate que llegaba a la medida de la fabula, Atahualpa era ejecutado.

Con la muerte del Inca, el imperio se derrumbo esenismo día. El mundo de los incas quedaba estupefacto y sombrado de un extremo a otro. ¿Cómo pudo ser derribado el poderoso imperio en un solo día, a través de un solo acto?

Varias causas han sido expuestas: la superioridad de armas no conocidas hasta entonces por los aborígenes (arcabuz y falconete), la fatídica leyenda de que un día aparecerían unos hombres blancos para apoderarse de la tierra, el pavor adicional que produjo la vista de unos animales no conocidos; los caballos de los conquistadores, Gracilazo escribiría “la tierra se gano a la jineta”.

Se ha establecido que la posterior ocupación del territorio del imperio y la dominación de quienes opusieron resistencia a los invasores, fueron posibles por las disensiones internas entre diferente etnias (huancas entre ellas) que se convirtieron en efectivos colaboradores de los españoles, con lo cual saldaban antiguas cuentas con los señores del Cuzco. El imperio también estaba minado por lucha muerte entre los hermano Atahualpa y Huascar, lo que daría razón a la teoría de que las sociedades no desaparecen por asesinatos, sino por suicidio.

Ninguna de las causas podría explica aisladamente la tragedia. Una norma de la historiografía es que nunca se debe atribuir a un suceso un solo origen.

Los cuatro grandes suyos cayeron fácilmente; hubo actos desesperados de resistencia, pero no los suficientes para detener la catástrofe., era porque el Inca, dentro de un sistema de gobierno vertical, autoritario y religioso, reunía en su persona la suprema autoridad sobre una gleba “una cáfila de hombres felices”, que como dice el francés Louis Baudin, tenia en la cumbre, con débiles escalones intermedios, el poder absoluto y total del Inca. Desaparecido este, la resistencia perdía parte de su sentido. En cambio, allá en Chile, donde había tribus primitivas sueltas y dispersa, no integradas en un único sistema de organización y poder, cada una de ellas opuso de manera aislada persistente resistencia.

• EL RESCATE

El historiador William H., Prescott hizo un calculo autorizado del monto a que alcanzo el rescate pagado por el Inca (uno de los mas grandes raptos de la historia). Fundidos los metales acumulados, se comprobó que equivalían a 1.326.539 pesos de oro, equivalente también a 3.500.000 libras esterlinas inglesas de la época de Prescott , o sea unas cuantas veces mas del valor actual de la moneda inglesa.

Hecho el reparto, a Pizarro le correspondió 75.222 pesos de oro y 2.350 marcos de plata, fuera de la silla del Inca, todo en oro macizo avaluada en 25.000 pesos de oro. Alos peones, o sea la soldadesca, le toco a cada uno 94 marcos de plata y 2.200 pesos, a los escopeteros 135 marcos y 3.300 pesos, a los jinetes 181 marcos y 4.400 pesos, la quinta parte de todo el oro y la plata fue reservada para la Corona española.

En el trayecto de los españoles al Cuzco no hubo pieza de oro o plata que no fuera saqueada de los lugres religiosos. Según el cálculo más conservador, el botín de la ciudad llego a 500.000 pesos de oro y 215.000 marcos de plata. Prescott dice que el oro y la plata “parecían ser en el Cuzco las únicas cosas que no eran riquezas”.

Pero llego un momento en que casi ya no había oro para recompensar nuevas hazañas y servicios de los españoles y desde los primeros momentos de la conquista se otorgaron encomiendas. Por los términos de la capitulación firmada con la reina de España en 1529, Francisco Pizarro estaba expresamente autorizado a concederlas. Antes de definirlas vale la pena contar en forma breve un episodio de las peleas entre los conquistadores.

El resultado de la batalla de las Salinas (26 de abril de 1538) determinaría por largo tiempo la situación del Perú. Allí los ejércitos de los socios Francisco Pizarro y Diego de Almagro pelearon por la posesión de la ciudad del Cuzco que cada uno creía que quedaba dentro de su respectiva gobernación. “Los de Chile” volvían decepcionados y defraudados de una expedición en la cual no encontraron las riquezas que esperaban, sino inacabables caminatas, penalidades y sufrimientos de toda clase, el asalto ininterrumpido de las tribus araucanas.

Con la derrota y ejecución de Almagro, Pizarro quedaba dueño absoluto de toda la inmensidad de la tierra y por lo tanto nada le impidió repartir las de su gobernación sino también de la nueva Toledo entre sus reparticiones victoriosas. Por de pronto, él se adjudico una encomienda que comprendía desde el lago Titicaca (Pacajes, Omasuyus) Tiwanaku, Caquingora, Laja hasta Chuquiabo y los pueblos yungueños de Peri, Chupe y Yanacachi y varios miles de indios. Fue la más extensa que se conociera en el Perú. Para tomar efectiva posesión de ella, inmediatamente después de la batalla de las Salinas. Pizarro vino hasta Chuquiabo.
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