Attach:Ceramio0.jpg Δ Finísimo Ceramio Ceremonial Tiwanaku que representa a la Llama
Attach:esculturalitica0.jpg Δ Escultura Lítica. Cultura Tiwanaku. Foto Marcelo Gorzón
Attach:plano.jpg Δ Plano Del Conjunto y Reconstrucción ideal De Tiwanaku
Attach:Sukakollo.jpg Δ Parte de los antiguos sukakollos de cultivo abandonados hace 800 años en kohaniPampa cultura Tiwanaku.
Attach:esculitica.jpg Δ Escultura lítica de la cultura Tiwanaku (Foto CIMA).
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Si la época II preconiza algunos cambios, la tercera se constituirá en verdaderamente transformadora. Desde el punto de vista físico, la aldea deja de serlo para dar paso a la urbe. La organización social permite el nacimiento de un gobierno de características estatal que amplia su mando hacia muchas aldeas del Lago Titicaca, los que al anexarse marcan el fin de la Cultura Chiripa. En esta época se inician las especialidades, gracias a una marcada división del trabajo en las iniciales construcciones monumentales se recurre a canteras próximas a Tiwanaku, en las inmediaciones del kimsachata, extrayéndose de estas la piedra arenisca, relativamente fácil de trabajar. En menor cantidad, es beneficiada la caliza del cerro Katavi, ubicado al noreste de Tiwanaku, sobre el valle de Kahani Pampa.
Gran mayoría de investigadores coinciden en señalar, como parte sobresaliente de las transformaciones, a la revolución agrícola e hidráulica que acompaña a la revolución urbana. Los fundamentos ideológicos iniciales en la cultura Chiripa se funden en Tiwanaku alrededor de una creciente formación teocrática que basa sus principios en el profundo respeto por la naturaleza. El arte se plasma en símbolos que trasunta armonía con el medio.
Hacia el siglo II de nuestra era Tiwanaku inicia una etapa de esplendor. Se nota en ella un dominio en las técnicas, hecho que repercute en la creación de obras maestras. La ciudad se transforma. Tal parece que hubo una inicial intencionalidad de haberla fundado dentro de un valle en herradura, flanqueado por dos extensas serranías, cuya mayor dimensión coincide con el eje Este-Oeste; al respecto, todas las edificaciones levantadas por el Estado de Tiwanaku estarán orientadas con relación a los puntos cardinales, siendo su punto de orientación hacia el Este. El fenómeno urbanístico de Tiwanaku define una porción cívico-ceremonial diferenciada de las zonas domesticas a través de un canal que la circunda. Este canal que desemboca ambos puntos hacia el Norte, hizo suponer a Posnansky que la urbe tenia un puerto sobre un mas elevado nivel del Lago Titicaca; nada mas incierto, ya que el patrón de separación de la porción sagrada con relación al asentamiento profano, se repite en la segunda ciudad, Konko Wankani, y aun en la tercera, Lukurmata y hubiera sido absurdo construir un canal por debajo de las aguas. Con ese mismo razonamiento, tampoco habría sido erguida la ciudad de Chujuperka, a orillas del lago menor.
En la porción cívico-ceremonial se concentraron edificios destinados al culto, todos ellos de diversa magnitud, forma y posiblemente función. Sobresalen en ella las dos pirámides, matemáticamente ubicas en relación de 45º con respecto a los ejes cartesianos. Akapana, con un mayor volumen y siete niveles de plataformas, muestra una base uniforme escalonada. En cuanto a Pumapunku, con solo tres niveles y la clásica base de “T” tiwanakota, muestra, como la mayoría de las edificaciones abiertas, los vestigios de colosales construcciones en su parte Este. Ambas pirámides contaban con accesos mediante escalinatas a partir del Oeste.
El hecho de contar Tiwanaku con una extensa red de canales pétreos para la dotación de agua potable y de un ingenioso sistema de canales subterráneos para la evacuación de aguas pluviales, sugiere una planificación de que nos muestra una sociedad perfectamente organizada. La alta división en el trabajo desemboca en la conformación de tres estamentos, que no deben ser confundidos con las clases sociales de nuestros días, donde rigen lo económico y donde los que sostienen la pirámide poblacional son los más pobres. Las evidencias culturales desenterradas en diversas excavaciones nos permiten pensar en una sociedad que contó con una buena distribución de la riqueza, en otras palabras, en una sociedad sin ricos ni pobres. Hubo si una población rural que se dedicaba a las labores de campo, principalmente agrícolas, ganaderas y de pesca. Posiblemente pertenecían a un segmento mayor por encima de ellos, se ubicarían los trabajadores de las ciudades (Tiwanaku no fue la única, existiendo otras conocidas como Konko Wankani, Lukurmata, Taakana de Pajchiri, Chujuperka de Ojje, Kopakawana, Kachuwirkala, Konchamarka y otras más), ceramistas, orfebres, constructores, talladores y otros. En la cúpula, la elite gobernante que a decir de Ponce Sanginés, era la que se encargaba de planificar, dirigir y supervisar las obras.
Para las obras monumentales se recurre a canteras más lejanas, a fin de traer materiales muchos más finos como el caso de la andesita. Su sola explotación supone la utilización de mucha gente especializada; los que arrancan los materiales en bruto, los que cortan los bloques en las dimensiones requeridas, aquellos que se encargan de transportarlos en una larga travesía por el lago mayor hacia el menor, los transportista terrestres, pulidores que le daban a la piedra el justo tamaño y los albañiles que colocaban las piezas de un rompecabezas con una inigualable perfección. A ellos debemos sumar un conjunto de arquitectos que solicitaban a las canteras materiales de determinado tamaño y cantidad. La prueba de este exceso de planificación esta en que los bloques mandados desde las canteras venían con marcas practicadas en sus caras de construcción no visibles. De esta manera, se evitaban confusiones que podrían acarrear esfuerzos inútiles en el envió final.
Por su supuesto que debemos añadir la decoración en bajo y alto relieve, que tuvo la intencionalidad de permitir que el pensamiento de Tiwanaku quedara subyacente en las obras. En el mundo andino, y en este estado en particular, no existió el arte por el arte.
Sus obras son la plasmación de un pensamiento colectivo, transmitido en forma depurada; con medida, con matemática; con gran capacidad de síntesis, donde con la menor cantidad de líneas pueden expresar mayor abundancia de conceptos. Cada sociedad tiene sus símbolos; que no podamos comprender a los de Tiwanaku es porque pertenecen a otro momento histórico.
La religión en la época IV llega a su cumbre, producto de una sociedad teocrática. Esta interpenetra a todas las actitudes humanas, como el cemento que une a diferentes piezas. Lejos de la concepción de un mundo sobrenatural plagado de dioses, como deformadamente nos lo han presentado los cronistas hispanos, su verdadera esencia radica en la armonía con la naturaleza, respetaron profundamente a la Madre Tierra, a su creación, como a la creación del hombre o animal dañino, puesto que todo lo existente tiene una verdadera razón de ser e incluso un fin primordial. Dentro de este contexto, el hombre no se levanta arrogante frente a la naturaleza, como nuestro mundo occidental, sino se ubica en su taypi, en su centro o aurea medionista, reconociendo que es parte integrante de la naturaleza. Sus tres planos de evolución, que por un lado son pasado, presente y futuro, los conducen anticipadamente al campo de la relatividad. El Manka, Taypi y Alajpacha no deben ser confundidos con el oscuro pensamiento del cristianismo español de los siglos XVI y XVII que los señalaban con el infierno, la tierra y el paraíso. Los tres constituyen segmentos de una continúa evolución que los conducirá al plano donde radica la divinidad.
Por eso es que la palabra pacha es espacio, pero también es tiempo.
La expansión territorial del Estado de Tiwananku, en este periodo IV, enlaza ensanchados territorios. Su irradiación cultural se derrama a partir de su epicentro lacustre hacia gran parte del ahora suelo nacional, excediéndolo. Influye poderosamente el Noroeste argentino, la zona del Litoral del Pacifico desde Copiapó hasta la costa y sierra peruana.
La época V se presenta ante nosotros como carente del impulso vital que animo a Tiwananku durante toda su trayectoria. Aparentemente ya no hay nuevas realizaciones después de un periodo cumbre como lo fue el anterior. Hacia 1.150 D.C., un notable cambio climático a nivel global afecto al altiplano interandino, caracterizado por casi un centenar de años secos. La mayor parte de los campos agrícolas en sukakollus, ante la carencia de aguas, soportan reiterados fracasos. Durante 22 años de contrastes la tradicional base económica se debilita y el Estado desaparece. El inmenso espacio se ve fragmentado en una serie de señoríos regionales. Este viene a ser un proceso acelerado de desurbanización y perdida de estructuras.
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