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El presidente Bautista Saavedra quizo que el edificio del Banco Central de Bolivia fuera terminado para las celebraciones del primer centenario de la creación de la República. Fue obra del arquitecto Emilio Villanueva (foto:Cordero).
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Al inicio del siglo XX, Bolivia contaba con dos bancos nacionales de importancia. El Banco Nacional de Bolivia, fundado en 1871, y el Banco Francisco Argandoña, establecido en 1892. Ambos fueron creados alrededor de la minería de la plata y tenían sede en Sucre. Sin embargo el desafío de la minería estannífera no se dejó esperar y en 1906 Simón I. Patiño fundó el Banco Mercantil, con un capital autorizado de 2 millones de libras esterlinas, en Oruro. Estos tres bancos eran responsables de la emisión monetaria que se incrementó de Bs. 6,6 millones en 1900 a Bs. 20 millones en 1911 cuando se creó el Banco de la Nación Boliviana. Desde 1908 se discutía la necesidad de contar con un banco de carácter estatal o semi estatal que tuviera el monopolio de la emisión. Esto se logró recién en 1914 cuando el Banco de la Nación Boliviana fue el único emisor autorizado. Fue sobre esta base que se conformó el Banco Central de Bolivia en 1929, como producto de la Misión Kemmerer. Para entonces la emisión monetaria excedía los Bs. 60 millones.
El profesor E.W. Kemmerer, prominente economista de Princeton era –según el New York Times- "llamado para diagnosticar los males de gobiernos financieramente enfermos y prescribir los remedios," y había sido solicitado en Bolivia desde 1925. La misión Kemmerer estuvo en Bolivia tres mese y presentó al gobierno sus recomendaciones para crear un Banco Central y una oficina de contraloría; generar un nuevo sistema bancario general, una ley de presupuestos y otra del Tesoro; reorganizar la Aduana; y revisar la legislación impositiva en los rubros de importación , bienes inmuebles, minería e impuestos a las personas.
Sobre el andamiaje anteriormente anteriormente descrito descansaba el esfuerzo modernizador de los liberales. Comprendía la educación, el desarrollo de servicios públicos (nacionales y locales) y la mayor integración del país a través de las telecomunicaciones. Es a través de este esfuerzo que se pretendía dar al país la posibilidad de un pleno desarrollo hacia fuera, con el estaño liderizando al sector exportador. La actividad comercial generada fue responsable por el crecimiento de las ciudades. Esta, a su vez, estimulo el desarrollo de una naciente industria manufacturera abocada principalmente a la elaboración de alimentos y textiles.
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