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Vista de la Plaza Murillo en la tercer decada del siglo XIX.
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Vista del Puerto de Cobija y la bahía, en el Litoral boliviano, en 1830. Del libro de Alcide D'Orbigny.
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Gustavo A. Prado Robles
Profesor de historia Económica. Director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno.
Al erigirse como republica, Bolivia tenia aproximadamente un millón de habitantes, 80% de os cuales eran indígenas. Poco menos de 90% de la población vivía en el campo, dedicado a actividades agrícolas, pastoriles y artesanales, mayormente de subsistencia. Los mercados urbanos eran estrechos, y habían sufrido un largo proceso de contracción debido a la declinación secular del sector minero. La producción de plata había bajado a niveles históricos sin precedentes en el periodo de la guerra, y lo mismo había ocurrido con la producción agrícola.
Joseph B. Pentland, en su informe sobre Bolivia sugiere que en 1826 el intercambio comercial de Bolivia con los países limítrofes era reducido. Las importaciones procedentes de estos países sumaban alrededor de 450.000 pesos. Solo el comercio con Perú tenía cierta importancia en esa época. Del Perú se importaba vino y aguardiente (340.000 pesos), manufacturas de lana (50.000 pesos) y algodón en rama (24.000 pesos). Bolivia exportaba principalmente trigo y maíz de Cochabamba a las provincias sureñas del Perú, y tejidos de lana en menor proporción. El valor de las exportaciones bolivianas al Perú en 1826 alcanzaba a 153.000 pesos.
El comercio de Bolivia con ultramar era mucho más intenso que el comercio con sus vecinos. Pentland calcula que el valor de las importaciones bolivianas procedentes de ultramar alcanzaba a 3.630.748 pesos, incluyendo impuestos. De este total, el 31% se internaba a través de Buenos Aires, mientras que el 69% restante se introducía por Arica. La mayor parte de estas importaciones correspondía a textiles. Otros productos importantes eran: mercurio, manufacturas de hierro, cuchillería y vidrio. Dos tercios de estas mercancías procedían de Inglaterra, mientras que el tercio restante provenía de Francia, Alemania y Holanda.
Bolivia pagaba sus importaciones principalmente con metales preciosos. El valor total de las exportaciones bolivianas en 1826 ascendía a 3.613.750 pesos, de los cuales: 2.620.000 pesos (72,5%) correspondían a plata acuñada y 800.000 pesos (22,1%) a oro sin acuñar. Bolivia también exportaba quina (84.000 pesos), estaño (64.750 pesos), lana de vicuña y alpaca (15.000 pesos), vainilla (10.000 pesos), y otros productos de menor importancia (20.000 pesos).
Las estimaciones de Pentland muestran dos características cruciales del comercio exterior boliviano en el inicio de la republica. Por un lado, confirman el tradicional y bien conocido déficit de la balanza comercial de Charcas, el mismo que tenia que ser saldado casi en su totalidad con monedas de plata. Por el otro, los datos revelan un hecho más bien sorprendente: el amplio predominio del comercio ultramarino sobre el comercio regional en la estructura del comercio exterior boliviano. Esto sugiere que del patrón tradicional de comercio del “espacio peruano”, descrito por Carlos Sempat Assadourian, quedaba ya muy poco en el inicio de la república.
Los datos del Bosquejo Estadístico de Bolivia, de José María Dalence, referentes a 1846, confirman las principales características del comercio exterior boliviano que se derivan de las cifras de Pentland. En 1846, el 73% del valor de las importaciones correspondía a mercancías provenientes de ultramar, mientras que el 27% restante procedía de los países vecinos, principalmente de Perú. El 69% de las exportaciones bolivianas, medidas en valor, se destinaban a ultramar, y el 74% del déficit comercial boliviano, que se saldaba predominantemente con plata, correspondía al comercio ultramarino. No parece haber duda, por tanto, de que el comercio exterior boliviano fue predominantemente ultramarino en las primeras décadas de la republica. En 1846, tal como había sido desde el inicio de la republica, la estructura de las importaciones bolivianas procedentes de ultramar era extremadamente concentrada: 70% del valor importado correspondía a textiles, 17% a utensilios de hierro y hierro en barra, y casi 13% a mercurio.
Las cifras de Dalence también sugieren que la acuñación corriente de moneda no fue suficiente para saldar el déficit comercial en las dos primeras décadas de la republica. La diferencia acumulada entre 1825 t 1846 habría sido del orden de los 14.316.148 pesos. Este déficit tuvo que ser cubierto mediante la reducción del stock monetario, la exportación de joyas y utensilios de oro y plata, el contrabando de metales preciosos, y el crédito de los proveedores.
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