Palpitantes de amor y de anhelo
a la madre elevemos la voz
dirigiendo su imagen al cielo
cual si fuera la imagen de Dios.
En la madre el pesar se depura
la grandeza en su vida se encierra
bendigamos su inmensa ternura
nuestra dicha suprema en la tierra.
Abnegada soporta las cruces,
que por buena le carga el dolor,
es la ostia su frente de luces,
y su pecho es el cáliz de amor.
Hoy la ciñen laureles y palmas,
y por ella con hondo fervor
en plegarias se tornan las almas
y la espina conciértese en flor.
Palpitantes de amor y de anhelo...