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03 noviembre 2011 a las 15h47 por fanlorengirl -
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(:title La Guerra Del Acre Parte 2:)


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La ocupación brasileña

A diferencia de los españoles, desde tempranas épocas el Portugal ejerció un control económico y comercial en la desembocadura del rió Amazonas, desde el puerto de Pará, con el tiempo este constituiría en un núcleo económico, político y regional de importancia.

Para mediados del siglo XVIII la presencia portuguesa a trabes de “bandeirantes” misioneros y colonizadores, ya habían delimitado una suerte de fronteras de ipso a lo largo de los ríos madera y Mamoré, que sin estar respaldada por norma internacional alguna, constituyo el claro limite con las misiones de mojos. Esta presencia fue posteriormente reforzada con la construcción de fortines, algunos verdaderas fortalezas como la del príncipe de Beira construido un año antes de la firma del tratado de San Ildefonso sobre el rió Iténez. Estos tratados consolido legalmente estos avances y el dominio territorial portugués sobre esta regiones.

De este modo, el aprovechamiento de diferentes recursos forestales ya era importante en el Amazonas mucho antes de la emergencia de la goma, pero evidentemente el comercio de la goma dio un impulso económico sin precedentes a le región.

El aprovechamiento de la goma fue iniciada por los brasileños, quienes desarrollaban las distintas formas y técnicas de su industrialización, las modalidades de ocupación del espacio en relación a la recolección de la goma, las condiciones de navegabilidad del rió Amazonas, el establecimiento de mercados y los financiamientos. En una palabra, el idioma del trabajo gomero fue el portugués: palabra como”siringuero”, “estrada”, “tichela”, “machadiño”, etc. Fueron parte del lenguaje de la selva, incluso para lo pobladores bolivianos.

El conflicto del acre

Los principales acontecimientos del acre tuvieron lugar entre los años 1890 y 1903, esquemáticamente podría decirse que se desarrollo en dos tipos de escenarios, articulados entre si de manera compleja. En ambos tuvieron que desenvolverse los representantes del estado boliviano en condiciones difíciles y desventajosas.

El primero puede ser descrito como el escenario geográfico: el ya reducido territorio geográfico del acre que hemos mencionado, era el espacio comprendido entre el río Madre de Dios en el sur, y la mencionada línea oblicua Cunha-Gomez al norte, sin entrar en la precisiones y modificaciones que esta sufrió en el transcurso de los años.

Sobre este escenario se dio la pugna por la ocupación de espacios entre colonizadores y empresarios bolivianos y brasileños, y allí se dieron las batallas que libro el ejercito boliviano apoyando por contingencia de civiles organizados militarmente, como es el caso de la “columna porvenir”, para sofocar las llamadas “revoluciones autonomistas acreanas”.

Los conflictos del Acre no eran los únicos que enfrentábamos en los primeros años del siglo. En 1900 se produjo la llamada guerra federal que determino el traslado de la sede de gobierno a La Paz y el inicio del gobierno liberal. La economía del estaño terminaba sobreponiéndose a la de la plata en un país volcado totalmente sobre sus territorios andinos. La crisis interna dentro del naciente gobierno liberal era evidente. Internacionalmente, Chile presionaba también a Bolivia en consolidar sus conquistas en el pacífico, y el Perú participaba de las pugnas de las posesiones del territorios amazónicos en las nacientes del Púrus, los conflictos por el territorio del Acre aparecían así urgentes, pero remotos y desconocidos.

Tenemos dicho hasta el año 1899 se havia producido un importante avance de colonizadores brasileños que avían ocupado el área de los ríos Purús y el Acre al sur de la línea de fronteras.

Desde Bolivia, los pioneros habían conseguido establecerse en el Abuná y comenzaban a ocupar el Acre. El estado boliviano no tenia presencia alguno en las región y no podía por tanto ejercer control alguno sobre uno y otros.

Con el propósito de remediar es parte esta situación, en enero de 1899 se creo la aduana de puerto Alonzo. Era un acto legitimo de soberanía, con propósitos eminentemente administrativos. Se trataba de recaudar los derechos de aduanas que al país le correspondía por la explotación de goma que explotaban bolivianos y extranjeros dentro de su territorio. El poco tiempo que pudo funcionar como tal, produjo ingresos interesantes para el fisco. Pero luego puerto Alonso se convirtió en el centro político y militar de los conflictos. Los gomeros y barraqueros brasileños, alentados desde manaos donde se ejercía control del flujo comercial de la goma en el amazonas, sintiéndose afectados en su interés, resistieron el impuesto para posteriormente declarar el “estado independiente del Acre, Purús y Yacú”, liderizados por el colonizador español Luis Gálvez. Se inicio de esta manera la primera llamada revolución del Acre, de carácter supuestamente local y autonomista. Los acreanos se organizaron política y militarmente, ocuparon Puerto Alonso destituyendo violentamente a las autoridades bolivianas.

Para conjurar esta revuelta, se nombro delegado nacional en el Acre y el alto Perú a Andrés S. Muños, que salió de La Paz por la ruta del rió Beni. Poco después, tropas al mando de el vicepresidente de la republica, Lucio Pérez Velasco salieron desde Cochabamba por la ruta del chapare y el ministro de defensa Dr. Ismael Montes encabezo otro contingente por la difícil ruta de Larecaja, eran rivales políticos que competían por prestigio, pero llegados al acre lograron aunar fuerzas y restablecer provisoriamente el orden.

Desde La Paz hasta el Acre las tropas tardaban desde tres hasta cuatro meses de penoso viaje, la mayor parte a pie a trabes de los bosques. Sus avios y pertrechos eran insuficientes dadas las limitaciones económicas del estado. El clima era hostil a los soldados andinos y se lamentaron bajas por enfermedades y agobio, era una lucha en un escenario extraño. Así y todo pudieron enfrentar varis luchas con éxito, recuperando Puerto Alonso y sofocando inicialmente esta primera revolución acreana antes de regresar a La Paz después de un año de campaña.

Mientras en el acre las tropas bolivianas intentaban recuperar el orden el gobierno boliviano iniciaba urgentes gestiones diplomáticas ante el Brasil. El embajador boliviano en Rió de Janeiro solicito en principio ayuda del gobierno brasileño para sofocar ayuda para sofocar la revolución acreana. Pero la republica federativa havia heredado los impulsos expansioncitas del imperio. Y esta revuelta alentaba ya al Brasil a incorporar el acre a su territorio. Bolivia recibió como respuesta una severa nota de la cancillería brasileña en la que, entre otras cosas, se le recordaba que “al soberano le toca defender su soberanía, es su derecho y su deber”.

La chancillería brasileña con creciente agresividad diplomática adujo nuevas interpretaciones al tratado y se establecieron nuevas imposiciones para el naciente del Yaviri y el curso de esta línea.

El resultado de varias marchas y contra marchas devino en que el Brasil declaraba el territorio acreano, al sur del dicha línea, en territorio “en litigio” desconociendo la soberanía e Bolivia sobre el mismo.

Ante la presión brasileña y sintiéndose sin capacidad de ocupar y controlar aquel conflicto y lejano territorio nacional, el gobierno boliviano comenzó a madurar la idea de arrendar el acre a algún consorcio internacional que pudiese hacerse cargo en su nombre de su administración. Era una idea típicamente liberal, gestado por y encomendada por empresarios mineros. Félix Avelio Aramayo, entonces embajador de Londres, Asumió esta iniciativa por encargo del gobierno y luego de prolongadas y controvertidas gestiones logro un acuerdo con el consorcio Anglo Americano que termino de construir el “the bolivian sindicate” el cual debía administrar y recaudar las rentas publicas en el acre por un periodo de 30 años a cambio de recibir el 40% de las rentas recaudadas.

El historiador boliviano Valentín Abecia califica este contrato de administración como “un negocio desgraciado en todos los aspectos”. Desde el inicio se advirtieron dudas en torno a la composición, capacidad y legitimidad del consorcio extranjero. El contrato, como tal también fue observado así como la ausencia de un representante del sindicato en el país.

Las dificultades principalmente vinieron, sin embargo, desde el propio Brasil. La chancillería de ese país y la del Perú reaccionaron airadamente pidiendo explicaciones formales sobre la presencia del “bolivian sindicate” en el acre. El nuevo canciller Brasileño. Barón de Rió Blanco, inicio una vigorosa campaña denunciando este acuerdo señalando que el mismo permitía la presencia de intereses internacionales extraños en la amazona y exigía su inmediata derogación. Al mismo tiempo reiteraba sus intereses en el territorio “en litigio” del Acre, proponiendo al gobierno boliviano diversas proposiciones de canje territorial o la adquisición del mismo.

La posición del gobierno liberal fue debilitándose rápidamente. Propuso sin éxito un arbitraje internacional sobre las posesiones del Acre, al tiempo que intentaba explicar los alcances del acuerdo con el sindicato dudando ya de la pertinencia del mismo.

En el marco de esta delicada situación, las autoridades bolivianas de Puerto Acre el antiguo Puerto Alonso incrementaron los impuestos de aduana. Esta circunstancia determino un nuevo alzamiento de los colonizadores Brasileros: fue el comienzo de la llamada segunda revolución del acre. Placio de Castro liderizó este nuevo y contundente movimiento, atacando esta ves la posible presencia del sindicato extranjero en la región. Tomo nuevamente Puerto Acre ocupando también otras posiciones bolivianas. La barraca bahia del empresario boliviano Nicolás Suárez fue también acopada, resolviendo este, asumir la defensa de sus propiedades organizando la famosa “columna porvenir” en la que tubo destacada actuación el después coronel y general del ejercito Federico Román.

La contienda dentro de los territorios bolivianos del Acre alcanzo contornos de gravedad. El presidente de la republica General José Manuel Pando, conocedor de aquellas regiones y de su valor, decidió ponerse el mismo al frente de sus tropas bolivianas y marchar hacia el Acre. El contingente de 700 soldados tomaron otra ves la penosa ruta de Larecaja y el rió Beni logrando llegar a Riberalta y tomar posiciones iniciales del combate en abril de 1903.

La marcha del presidente Pando al Acre produjo la inmediata reacción del gobierno del Brasil que denuncio el echo como una provocación. Inmediatamente dispuso el envió de contingentes militares del ejercito hacia la frontera del Matto Grosso y al Acre, situándose estas cerca de las milicias revolucionarias de Placio de Castro.

El gobierno boliviano intento dar marcha atrás de su relación con la bolivian sindicate, solicitando la anulación del contrato, la gestión no tubo éxito. El consorcio alego que ya havia iniciado inversiones. Poco después los administradores extranjeros iniciaban conversaciones con el gobierno del Brasil que termino comprando sus derechos. Una experiencia de interés bolivianos habían terminado en un contundente fracaso.

El presidente Pando en el Acre debían enfrentar a las milicias revolucionarias de Castro, pero además, a las tropas muchas mas numerosas y mejor disciplinadas del ejercito brasilero, al mando del general Silveira. Su posición era extremadamente desventajosa y el gobierno Brasileño lo savia mientras pando marchaba al Acre. El gobierno boliviano en La Paz decidía entre un aderrota militar o diplomática “mucho mas deshonrosa que una guerra desigual contra el Brasil”. Se decidió por evitar la guerra. E febrero de 1903 firmo un Modus Vivendi que establecía la desmovilización de las tropas bolivianas y la suscripción de un nuevo tratado. Pando como es Sabio. Recibió la noticia ya en el Acre y su primera acción es regresa a La Paz.

En noviembre de 1903 se firmo el tratado de Petrópolis. Bolivia cedía casi 200000 kilómetros cuadrados en el Acre al Brasil a cambio de compensaciones económicas y el tratado actual de fronteras. En enero de 1904 el legislativo ratifico este tratado en medio de un débil aunque reprimida censura popular y casi, se diría, con alivio.

Los Conflictos en el remoto acre habían llegado a su fin
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