El edificio tiene tres niveles y amplios ventanales que integran el interior con el exterior. Dentro se han dispuesto las piezas: cerámica, un trozo de textil e instrumentos utilitarios que hablan de su dominio en el tejido, etc., e información sobre lo ya dicho: sus construcciones hidráulicas y sus conocimientos agrícolas de la cultura de los Moxos.
Hoy se sabe, por ejemplo, que los moxos tuvieron un dominio tal del medio ambiente que lidiaron con las inundaciones a través de la construcción de las lomas, de canales entre río y río, de lagunas artificiales, terraplenes para comunicar a las lomas y camellones de cultivo. Pudieron así encajonar agua al punto de cambiar el PH del suelo y volverlo apto para cultivar maíz. La falta de agua potable no les hizo sufrir, pues aprendieron a usar el tapore o planta capaz de purificar el líquido y dejar de paso un rico sedimento.
Lo descubierto en los últimos años y lo que resta aún por encontrar, ya tienen un destino. Para lograrlo ha sido decisivo el aporte del Viceministerio de Turismo que, en coordinación con la Unidad Nacional de Arqueología, ha insuflado vida a un elefante blanco —el edificio del museo construido con el aporte del BID estaba vacío y cerrado—, recurriendo a la Prefectura de Beni que aportó los 12 mil dólares que abren un mundo al visitante.
Un Museo nacido sobre el País del Agua
La cultura Moxos fue contemporánea de Tiwanaku y se extendió del 800 aC. al 1200 dC. Fue una de las civilizaciones hidráulicas más grandes del mundo. Como parámetro está Egipto, que en su grandeza logró dominar un río, el Nilo. Sólo que la cultura Moxos se movió y desarrolló entre decenas de corrientes de agua: domándolas y adecuándolas a las necesidades de un pueblo.
Muchos son, a la fecha, los investigadores que han seguido las huellas de los antiguos habitantes de lo que hoy es Beni y el norte de Santa Cruz. Nombres familiares para la arqueología en Bolivia están ligados también a estos lares: Arturo Posnansky y Max Portugal, entre ellos.
El Museo Arqueológico del Beni Kenneth Lee ya abrió sus puertas en noviembre. Sin embargo, la gran noticia acabó ahogándose en medio de los conflictos que la falta de tierras genera entre los actuales pobladores de esa zona.
niveles y amplios ventanales que integran el interior con el exterior. Dentro se han dispuesto las piezas: cerámica, un trozo de textil e instrumentos utilitarios que hablan de su dominio en el tejido, etc., e información sobre lo ya dicho: sus construcciones hidráulicas y sus conocimientos agrícolas.
Hoy se sabe, por ejemplo, que los moxos tuvieron un dominio tal del medio ambiente que lidiaron con las inundaciones a través de la construcción de las lomas, de canales entre río y río, de lagunas artificiales, terraplenes para comunicar a las lomas y camellones de cultivo. Pudieron así encajonar agua al punto de cambiar el PH del suelo y volverlo apto para cultivar maíz. La falta de agua potable no les hizo sufrir, pues aprendieron a usar el tapore o planta capaz de purificar el líquido y dejar de paso un rico sedimento.
La cultura Moxos apareció el 800 aC y se perdió el 1200 dC. Una teoría sobre su desaparición es la misma que se aplica a Tiwanaku: una catástrofe climática, sequía allá y lluvias acá, por un periodo tan largo que se hizo insostenible.
Algo interesante es que se ha hallado en Moxos utensilios prácticos de piedra. Y en la zona no hay este material. Así que cabe suponer que existió un intercambio con Tiwanaku. Un tema todavía por excavar y profundizar.
Respecto a la cerámica, ésta es utilitaria y artístico-ceremonial. En la primera se encuentran, por ejemplo, ollas de tres patas y vasijas tetrápodas, así como cerámica negra, un adelanto que tiene que ver con la forma de cocción.
Museo Chuchini
Chuchini es un repositorio arqueológico especializado en la cultura moxeña, pero en sus colecciones también puede encontrarse piezas de otras culturas del noreste boliviano.
El museo es un proyecto conjunto del Viceministerio de Turismo, la prefectura del Beni y la Alcaldía de Trinidad, instituciones de las cuales depende.
Ubicación: a 15 kilómetros de la ciudad de Trinidad.
Es el centro de un complejo de lomas artificiales construidas por una cultura milenaria, perdido en la selva a algo más de 15 kilómetros de Trinidad. Allí confluyen restos líticos, paleontológicos e incontables especies de flora y fauna
Ubicación: a 15 kilómetros de la ciudad de Trinidad.
Es el centro de un complejo de lomas artificiales construidas por una cultura milenaria, perdido en la selva a algo más de 15 kilómetros de Trinidad. Allí confluyen restos líticos, paleontológicos e incontables especies de flora y fauna silvestre, todo es color y concierto amazónico. Se pueden observar desde momias y huesos de mamuts hasta caimanes, delfines y anacondas. Hace unos meses, un grupo de ornitólogos japoneses divisó en unas horas más especies de aves que durante días en un cotizado parque centroamericano.
Museo Icticola
Tiene por especialidad la conservación y exhibición de especies piscícolas, en este caso, propios de los ríos amazónicos y de las lagunas del llano moxeño. Fue fundado en marzo de 1994 y depende de la Universidad Técnica del Beni (UTB) Mariscal José Ballivián. En la ciudad de Trinidad.