Llanos de Moxos
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Réplicas de las denominadas Lomas Santas y de Camellones que reflejan la avanzada ingeniería hidráulica que utilizaron los primeros habitante del Gran Moxos, así como piezas cerámicas de casi 3.000 años de antigüedad, urnas funerarias y máscaras religiosas, son algunos de los objetos que pueden apreciarse en los diferentes ambientes del Museo Etno-arqueológico "Kenneth Lee" de Trinidad.
Aunque este museo comenzó a construirse en el 2001 y fue inaugurado el 18 de noviembre del 2002, fue en el año 1970 cuando un grupo de jóvenes profesionales benianos comenzó a gestar la idea de construir un museo arqueológico en la ciudad capital del Beni, sin embargo, no tuvieron resultados positivos.
Tuvieron que pasar poco más de 15 años, para que otros profesionales y ciudadanos benianos empezaran a recolectar e interesarse por diversas piezas de cerámica que encontraban en diferentes lomas artificiales (Lomas Santas) y así empezó a madurar la idea de construir un espacio donde poder guardar y exhibir las indicadas piezas cerámicas y otros restos arqueológicos encontrados en la extensa geografía beniana.
Gracias a un proyecto diseñado por los arquitectos benianos, Carlos Chavarría, René Monje y Edwin Bause, quienes fusionaron ideas y criterios se llegó a elaborar un solo proyecto para el museo que luego fue licitado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Es así que hoy se tiene un edificio donde se muestra la cultura, el folclore y la economía desarrollada por los mojeños desde sus mismos orígenes.
Tambien fueron encontrados restos en las excavaciones arqueológicas en los montículos o ‘lomas’ en las cercanías del pueblo de Casarabe, en Beni, dan nuevas ‘luces’ sobre la cultura que los habitó. Se recuperaron más de 50.000 fragmentos de piezas cerámicas, se encontraron tumbas. La de un posible chamán es la más llamativa. Los descubrimientos replantean muchas hipótesis. La investigación en la región inicia una nueva etapa a partir de lo encontrado
Uno de los intentos por sacar de las sombras el misterio que esconden los Llanos de Moxos es el proyecto Lomas de Casarabe, que a principios de mes concluyó las excavaciones en uno de los montículos cercanos al pueblo del mismo nombre y que, entre otras cosas, ha desvelado que hubo presencia humana en un periodo de 1.000 años, rescató valiosos fragmentos de piezas cerámicas y realizó las primeras excavaciones científicas de entierros humanos.
La población de Casarabe se encuentra a 50 kilómetros al este de la ciudad de Trinidad. En territorios aledaños se levantan montículos prehispánicos que llegan a medir más de 20 metros de alto. En dos de ellos, Loma Mendoza y Loma Salvatierra ha trabajado el proyecto integrado por investigadores del Instituto Alemán de Arqueología y de la Unidad Nacional de Arqueología de Bolivia.
Una de las novedades de estas excavaciones fue encontrar cerámica muy diferente a las halladas en regiones como Bella Vista y San Ignacio, lo que para los especialistas del proyecto los anima a sostener la idea de que la región no tenía una unidad cultural y más bien que cohabitaron varias en la región y en la misma época. "La diversidad cultural parece ser una de las características de lo que hoy llamamos Moxos, porque hay diferencias marcadas que se reflejan no sólo en la variedad de cerámica, sino también en la existencia de Lomas grandes en una zona, mientras que en otra prevalecen los camellones o los terraplenes. Tal vez muchos han creído que por ser una planicie grande y al tener un río como el Mamoré que la cruza por el medio, eran una sola cultura ", opina Prümers.
Se puede ver la cerámica recuperada en el Museo Etnoarqueológico de Beni Kenneth Lee.
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Tambien esta la parte de Chuchini, o la madriguera del tigre, Construida por una milenaria civilización de ingenieros, esta loma beniana es a la vez museo prehistórico, arqueológico, sitio de rehabilitación de la fauna y rebosante centro de biodiversidad
No existe ninguna política estatal o iniciativa privada que vele por la seguridad de los artistas que con su lucha amorosa portan las causas más bellas. Muchos grandes han muerto en la miseria o están abandonados en las calles.
En Chuchuni, es posible hallar desde la que fue un mamut hasta lo que se considera el oso más pequeño del mundo: el oso-oro. Y las sorpresas extremas son incontables en todos los reinos elementales. Al ras del suelo una mansa anaconda de casi cuatro metros se arrastra hasta dejarse atrapar por los hijos de los trabajadores del parque. Por su parte, una pequeña cascabel, recientemente capturada, merece algunos cuidados más atentos de los mayores. El cielo, cada vez que el reloj marca las 05:30 (de la mañana o de la noche), es propiedad de miles de parabas, tojos imitadores, cotorras, golondrinas y cientos de aves silvestres. Ellas con sus trajes de gala, desatan, religiosamente, un concierto de partida o retorno a casa durante casi media hora.
Mientras, en las lagunas que bordean esta loma artificial reinan discretas decenas de caimanes y delfines. Gozan de la abundancia de peces y ceden las playas a los bañistas humanos. También dejan ciertas orillas para colonias de tortugas que toman sol.
Y el subsuelo de Chuchini también tiene ocupantes. Entremezclados con las capas de la tierra, en tres bien definidos estratos, abundan los restos de una civilización perdida en el tiempo, por lo menos hace tres mil años, según los expertos.
Así Chuchini, que quiere decir la “Madriguera del Tigre” en trinitario, es un exclusivo compendio de biodiversidad, riqueza arqueológica y paleontológica. Ocupa cerca de 600 hectáreas. Se halla a escasos 17 kilómetros al noroeste de la capital beniana y a tres de la célebre Loma Suárez. Pero claro, no todos sus visitantes optan por llegar a través de la vía carretera en buena parte asfaltada. Otros prefieren acercarse a la Madriguera del Tigre, pausadamente, navegando por los ríos del Beni casi en silencio. De a uno o por decenas han visitado Chuchini ornitólogos, entomólogos, expertos en culturas precolombinas, ejecutivos, empresarios del turismo y místicos de todo credo religioso. Por ello, los libros de huéspedes suman otra colección, esta vez de grafías y lenguas de los cinco continentes del planeta. De suyo, la Madriguera del Tigre es parte central, y a veces exclusiva, de los paquetes turísticos de las agencias de viajes trinitarias.